
La denominación “íntimo” significa, por un lado, interno o
interior, relación estrecha, zona
espiritual íntima y reservada, de reflexión y autoanálisis de una persona y por
otro, intimar o intimidar, introducir temor, infundir miedo.
La intimidad es la marca del sujeto moderno, el sujeto en
intimidad es sujeto frente a sí mismo. La nueva dimensión que adquiere lo
íntimo como construcción subjetiva del yo.
Si bien el diario íntimo está escrito “para sí mismo”, con carácter
secreto, puede decirse que goza de cierta pretensión de trascendencia ya que también
puede suceder que el mismo autor permita su lectura o publicación en vida o de
manera póstuma, por lo que ese “espacio íntimo” dejaría “lo privado” para
formar parte de “lo público”.
Características:
·
El registro de las anotaciones se realiza en
forma cronológica, indicando el día y la fecha pudiendo realizarse “cada día” o
dejando espacios temporales entre cada una.
·
El enunciador utiliza la primera persona gramatical
del singular (yo) y no se dirige a ningún destinatario más que él mismo, aunque
en ocasiones puede emplear la segunda persona (tu o vos), como si estuviera
contándole al diario como sujeto destinatario.
·
Emplea generalmente un lenguaje cotidiano,
coloquial, escrito en prosa o verso. Pudiendo transcribir ocasionalmente fragmentos
o ideas de otros.

·
Generalmente tienen por finalidad que el autor
exprese sus sentimientos, se desahogue, aclare sus ideas y a la manera de una
fotografía registre una mirada del mundo en un momento determinado y una forma
de conocimiento personal.
·
Tiene un carácter evolutivo, sin conclusiones
definitivas, con preguntas más que respuestas, de indagación, búsqueda que va construyendo un montaje de la propia vida
sin abandonar la sinceridad, territorio de definiciones incompletas y fragmentos.
·
Está hecho en soledad y físicamente ocupa el
lugar del secreto porque se guarda en cajones y sitios ocultos que se quieren
inviolables y, en sí mismo, contiene secretos.
·
Es una práctica de escritura hondamente
arraigada en la sociedad. Al ser una escritura del vivir cotidiano, de carácter
secreto, y usada por personas de toda edad y condición, ha sido poco valorado
como registro, y su práctica se relegó a una región menor en la consideración
intelectual o artística.
Los primeros diarios aparecieron en el siglo XVIII como una
necesidad de la naciente burguesía por encontrar su lugar en la sociedad. En un
principio los diarios fueron crónicas familiares llevadas por pastores de la
iglesia, reyes o comerciantes adinerados, que consignaban acontecimientos de la
familia (número de hijos, casamientos, muertes), climáticos (en función de
cosechas, siembras), sociales; eran pragmáticos y útiles como puede serlo una
bitácora.
Dentro del género autobiográfico el prestigio correspondía a
las Memorias porque suponen un protagonista excepcional y masculino,
difícilmente una mujer accedía a pensarse como sujeto de la Historia, las
cartas y los diarios eran los subgéneros admitidos en los que podía ensayar la
reflexión.
Katherine Mansfield denomina al diario que lleva: “carnet de
apuntes”, Virginia Woolf, imagina su uso: “Me gustaría que se asemejara a algún
profundo escritorio de antaño, o a un espacioso baúl al que se arroja una gran
cantidad de trapos y retazos sin detenerse a elegirlos”.
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