El hombre siempre ha construido su identidad sobre ejes simbólicos relacionados con su territorio y su historia, como partícipe de un proceso compartido, en un ámbito social y de desarrollo colectivo.
Si bien es verdad que, como construcción colectiva, la identidad regional se forja natural e inevitablemente mas allá de las intenciones individuales que la conforman, precisa nutrirse de los actos y obras de los individuos que configuran los mensajes identitarios. Dicho de otro modo, la producción individual es aporte a la identidad colectiva, por lo que hasta la menor intervención desde nuestro ámbito, modificará, aunque sea en forma muy modesta, el medio ambiente y por lo tanto, la identidad de la región. Por eso es importante nuestro aporte:
Es imperioso pugnar por proyectos regionales que incorporen elementos que forman parte de nuestro patrimonio heredado, entre los que se encuentra el patrimonio ambiental, aprendiendo a ver el mundo con una visión sustentable y más allá de los intereses de los grandes grupos hegemónicos como los que impulsan el consumismo en nuestras sociedades.
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